Aprender a entenderse por el bien de los niños

Una separación nunca es fácil para una pareja. En muchos casos las parejas se separan de mutuo acuerdo y en principio no existe ningún conflicto que pueda hacer que las cosas se compliquen, como tener que repartir bienes económicos o que existan terceras personas. Sin embargo, a lo largo del proceso de la separación las cosas comienzan a ponerse feas y parecen empeñarse en mostrar lo peor de cada uno.

Esto es especialmente duro si hay niños de por medio, ya que los padres van a tener que tomar muchas decisiones importantes relacionadas con el cuidado de los hijos. Una de las más importantes es la de la custodia de los mismos. En principio, los padres que se llevan bien y entre los que no hay especiales conflictos son los candidatos ideales para custodias compartidas, pero si empieza a enquistarse la relación, esta decisión, que seguramente sea la mejor para los hijos, empiece a peligrar.

Para solucionar este tipo de conflictos la mejor idea es acudir a un servicio de mediación familiar en conflictos de pareja. Se trata de un especialista en este tipo de situaciones que, dado que no tiene intereses en ninguna de las dos partes y solo vela por los hijos, puede actuar como mediador para ofrecer a ambos padres las herramientas que necesitan para entenderse.

El mediador puede ayudar a que cada persona comprenda el punto de vista de la otra parte y deje de obstinarse en su postura. También les hace entender que una buena actitud de su parte es mucho más positiva para sus hijos, que sufren al ver como sus padres discuten y se pelean, incluso más de lo que pueden pensar.

No hay que confundir la figura del mediador con la de un psicólogo de parejas. La misión del mediador no es en ningún caso tratar de volver a unir a la pareja, sino lograr que puedan llegar a entendimientos evitando luchas legales largas y muy costosas económica y emocionalmente hablando.

Esta persona neutral puede hacer que vuelvan a establecerse relaciones que si bien no tienen que ser amistosas sean al menos civilizadas, evitando peleas y discusiones que solo tienen como objetivo hacerse daño. Les enseñará a resolver sus diferencias de maneras mucho más positivas que aporten soluciones y no sean solo una manera de echarse en cara cosas del pasado.

Gracias a los métodos del mediador, muchas ex parejas logran reanudar el diálogo y consiguen evitar una larga pelea legal por la custodia de sus hijos en la que los más pequeños son los más perjudicados.

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